Vergüenza, adicción y mujeres

«Hola oscuridad, mi vieja amiga» es el comienzo de una canción de Simon & Garfunkel (Sound of Silence). La canción de mi vida ha sido «Hola vergüenza, mi vieja amiga; hoy vengo a hablar de nuevo contigo».

La vergüenza ha estado presente desde que tengo memoria. Mi nacimiento, traumático, con el cordón umbilical enrollado en el cuello sofocándome, jalado hacia afuera con la ayuda del fórceps, me dejó con la sensación de que la vida no era algo para vivir, que yo era un error, que el amor es sofocante en lugar de vivificante.

De niño, según una de las amigas niñeras que alguna vez nos cuidaba, yo era «un manojito de nervios». Yo vivía inquieto y avergonzado de todo, de ser, tal vez porque sentía que todo lo que hacía estaba mal. Mi madre, ella misma una niña quebrantada y entonces ya adulta, me confirmaba los temores, a la vez que me cargaba con el peso de vergüenza generacional, y manipuló todos los aspectos de mi vida. Repetición del sofocamiento, que me dejó con un profundo y sincero autoaborrecimiento, baja o ninguna autoestima y ningún sentido de ser.

Si bien admiraba a las mujeres y les tenía gran respeto, fueron ellas las personas que más me avergonzaron a lo largo de la vida. Comenzando por las enfermeras tomándome la temperatura de niño, mi madre diciéndome lo malos o insuficientes que son los hombres, o mi abuela avergonzada del divorcio de sus padres y el consecuente abandono del padre… de alguna forma, yo era parte del lado malo. Y me sentí abandonado a mi suerte para crecer y hallar mi camino. Mi cuerpo no se desarrolló como hubiera querido, ni mi voz, ni mi fuerza y mi masculinidad simplemente se cayó hecha trizas. Desafortunadamente, me da la impresión que mi padre no me vió en esos momentos, y no vino en mi rescate…

De niño y adolescente, era bastante enamoradizo… y me infatuaba románticamente de muchas de las chicas, pero al final, mi infatuación romántica siempre acababa siendo una nueve fuente de vergüenza, y la gente, si se enteraba de que alguien me gustaba, usaba el hecho para burlarse de mi. Mi madre, encima, siempre descalificó a cualquier chica que me interesara, y de todas formas, las chicas igual me rechazaban (confirmando mis temores)… Una de ellas, cuando me acerqué a preguntarle sobre su recuperación luego de un accidente, me dijo «yo no hablo con maricones», me dio la espalda y se fue… solamente quería ser amable con ella… Y luego las amigas que tuve, siempre me consideraron eso, un amigo, pero no un hombre de su interés… no eres sexy, o no vistes como se debe, no sabes bailar, no eres suficientemente «cool»… Eso si, para resolver problemas de matemáticas, para eso si era usable.

Finalmente, tuve que hallar formas de compensar. Habiendo descubierto la pornografía y la masturbación temprano en mi vida, busqué consuelo en esas cosas. Al menos me hacían sentir bien, mientras viajaba en un mundo de fantasía. Encima, en el colegio sufrí abuso sicológico y físico, bullying fue parte de mi vida. Dejé de viajar en la góndola del colegio, porque me aterrorizaba el chico, algo mayor, que me pegaba a su gusto en la góndola, y nadie, ni los profesores ni nadie pudo nunca defenderme… Y me llovían las etiquetas. Pero tanto entrenamiento con bullying me hizo como inmune. Era más fácil soportar el rechazo y el avergonzamiento causado por los chicos, que al final, era menos doloroso que toda la fila de avergonzamiento por parte de las mujeres. Así que en mis 20’s comencé a experimentar con la sexualidad homosexual, la cual se desarrolló en adicción una vez que me trasladé a vivir en Europa, particularmente cuando el acceso al internet y a la porno gay por internet se volvieron algo tan democrático. La vergüenza de la adicción, la vergüenza del acto sexual, y del rechazo de otros hombres, era mas soportable que la sola idea de ser avergonzado de nuevo por las mujeres.

Y claro, me aislé relacionalmente. Detrás de la etiqueta autoimpuesta de «incompetente relacional», oculté mi terror a ser avergonzado por una esposa… «todo el mundo sabe que fulano es un desastre en la cama, por eso que no lo aguantaron sus primeras dos esposas» es suficiente para descalificar a un individuo, que por lo demás pareciera ser un hombre de éxito.

Jesús ha estado removiendo muchas capas de mi vergüenza, vaya que ha sido un camino largo, mas de 10 años. El sexo casual y las adicciones ya no son el sitio donde hallo compensación; ahora puedo permanecer sobrio gracias a la esperanza de la resurrección. He aprendido que no puedo poner a todas las mujeres en la caja «peligrosa», y mas bien a verlas como portadoras de la imagen de Dios, parte de la revelación de Jesucristo sobre la tierra. Inclusive, ahora puedo alcanzarlas, llegar a ellas, clavar de nuevo la vergüenza en la cruz, y vencer esto pidiendo a mujeres en quien confío que me bendigan como mis hermanas y como mujeres.

Ahora, la canción que llevo en el corazón es «Y no serviré a otros dioses, ni a otros tesoros! Tu eres el deseo de mi corazón» (And I will serve no foreign god, or any other treasure. You are my heart’s desire).

Para Rougek & Martin que lo pidieron 🙂

~ por refreshingfromheaven en agosto 21, 2014.

6 respuestas to “Vergüenza, adicción y mujeres”

  1. Waaauuu! Que buenísima esta publicación!

  2. Me siento identificado con estas líneas, es como sí lo hubiera escrito yo. Gracias por este blog

  3. Yo te bendigo de nuevo, como mujer y madre que soy y que ha visto la destrucción que puede causar en un varón la falta de respeto. Quiero decirte que admiro tu fuerza y tu valor y que tu vida trae esperanza a muchas personas. Quizás nunca lo sepas pero hay gente que esté siendo bendecida por tu decidida actitud de luchar por ser cada vez más como Cristo. Te quiero mucho amigo, hermano querido y oro por ti para que siempre encuentres en Cristo una fuente total de satisfacción. Sigue caminando, un abrazo desde una La Paz cálida pero seca. Dorcas

  4. Gracias amigo por tu post! En verdad leer tu historia me hizo identificarme en muchas cosas, aunque en el sentido opuesto, claro. Hombres en la silla del juicio, su rechazo y abandono, la verguenza resultante, la culpa…y todo lo demás. Gracias por desnudar fracciones de tu vida, tan dolorosas como son, con tanta franqueza y valentía… pienso que eso da cuenta del camino de sanidad que has recorrido. La verguenza ya no es tu carcelera, porque en Cristo obtuviste tu libertad.

    Veo en tu historia el camino que satanás ha querido dañar en nosotros, la distorsión, las mentiras, el guión de desastre… pero también veo un amanecer de cosas buenas, de tibia luz que hace huír la oscuridad. Veo como este sitio se vuelve punto de encuentro para aquellos que sufren historias como la tuya que desesperadamente necesitan saber que hay salida…

    Celebro contigo esos 10 años de pasos valientes, de tropiezos y vueltas a levantarte, de pasos de un niño que se encuentra con Dios Padre y Madre, en cuyo amor no hay temor, ni verguenza ni fallo. El es perfecto y algún día lo veremos tal cual Él es. Y vendrá el momento de nuestra recompensa, cuando enjugará toda lágrima de nuestros ojos… y al fin descansaremos.

    Mientras tanto te bendigo también y bendigo cada cosa que haces, piensas y dices en beneficio de aquellos que Dios ha puesto a tu lado para bendecir… te bendigo como mujer, como amiga, que percibe a la distancia ese hombre increíble que eres, gracias por tu honestidad, tu ejemplo y tu fe. Me levantan y me alientan a seguir perseverando.

    Lluvia de bendiciones para tí, refreshingfromheaven.

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