Mirar o no mirar

Esa es la cuestión.

Hoy está siendo uno de esos días en los que siento la tensión del «no todavía» del Reino de Dios. Es verdad que está presente, que tenemos un Sumo Sacerdote que intercede todo el tiempo por nosotros, Jesucristo, quien tiene esta posición gracias a una vida indestructible, la vida de resurrección. Y lógicamente El nos da su mano en tiempos de luchas y dificultades.

Esta semana tuve un momento difícil en el trabajo, en el cual me sentí juzgado, y lo tomé de forma personal. Hubo una línea desafortunada de parte del jefe que me hizo trastabillar. Y si bien no quiero tomarlo de forma personal, ya que el trabajo no define mi identidad, no deja de afectarme. Y con este trasfondo, hoy estuve haciendo mis ejercicios deportivos regulares. Fue en ese momento, que se me presentó ante los ojos alguien terriblemente atractivo. Mil ideas pasaron por mi mente, los sentimientos de inseguridad, los sentimientos de baja autoestima, mi disconformidad conmigo mismo, el juicio irracional del jefe, el meeting de la semana pasada con gente con quien no me llevo a las mil maravillas. Y fui indulgente con mirar a esta persona que andaba en su propio entrenamiento.

Y el resto del día lo pasé pensando en la situación, y en qué hacer con ella. Lo primero, obviamente, ha sido compartir con mi comparñero de rendición de cuentas. Le conté mi episodio de lujuria, oramos, y recibí el ministerio necesario. Francamente prefiero prevenir a lamentar o curar. Ya tengo suficiente experiencia como para saber que si dejo estos episodios calar profundo en mi alma, voy a terminar en un ciclo de adicción, y prefiero evitarlo y cortralo al principio. El episodio me confronta con mi necesidad de huir de los sentimientos incómodos, siendo indulgente con cosas aparentemente tan inocuas como simplemente mirar.

Lo peor de todo es que recién se instala el verano, así que esto va a dar para largo.

Sin embargo, el estudio bíblico de hoy me ha servido para recordar que Jesús está ahí siempre, que mi fe está puesta en alguien que permanece, que no cambia, que no muta, y que habiendo vivido como ser humano, me entiende en mis luchas y puede mostrarme la empatía adecuada. En fin, debo recordar que es imperativo estar conectado con Dios (acercarme confiadamente al trono de la gracia para obtener el oportuno socorro); pero que también debo permanecer conectado con otra gente (mis amigos y compañeros de rendición de cuentas), y sobre todo conmigo mismo y mis sentimientos. Que ya veo que el tratar de negarlos no ayuda.

~ por refreshingfromheaven en May 29, 2010.